Ese primer día, al regresar a casa, fue recibido con insultos y agresiones por parte de su familia, quienes se enteraron por vecinos que lo habían visto entrar en la iglesia. Sin embargo, la hostilidad de sus padres y allegados no lo alejó, sino que aumentó su deseo de descubrir más sobre el cristianismo.
Miftah decidió asistir los tres días completos de la conferencia. Al tercer día, tocado por las enseñanzas y el ambiente, tomó la decisión de entregar su vida a Cristo y dejar la fe islámica. Poco después, su vida cambiaría radicalmente.
Con el tiempo, los vecinos lo capturaron, ataron sus manos y lo golpearon brutalmente para que renunciara al cristianismo. Su propio padre, lleno de ira, gritó: “Él no es más mi hijo, me traicionó y deshonró la fe”.
Debido a la persecución, Miftah perdió las tierras que heredaría, fue despojado de sus ropas y finalmente expulsado de la aldea por sus propios padres. En medio del rechazo, recibió ayuda de la organización Portas Abertas, que le brindó apoyo básico y un lugar donde vivir.
En 2024, Miftah participó en un entrenamiento de traumas para cristianos perseguidos. Durante ese evento, experimentó sanidad emocional y aprendió a perdonar a sus agresores. “Agradezco a quienes me persiguieron. Lo que me hería ya no tiene valor. Ahora estoy curado, este entrenamiento borró el odio que tenía en mí”, testificó.
Miftah reconoce que la persecución lo acercó más a Dios y le permitió comprender el poder del perdón y la compasión, incluso hacia su propia familia. Su fe renovada lo impulsa a seguir adelante, sin resentimientos.
En Etiopía, la persecución a cristianos ha aumentado, ocupando el puesto 33 en la Lista Mundial de la Persecución 2025. Los cristianos convertidos del islam sufren aislamiento social, violencia física y negación de recursos básicos, viéndose obligados a depender únicamente de su fe y apoyo de la comunidad cristiana.
Este testimonio refleja cómo, en medio de la hostilidad y el dolor, el amor de Jesús puede transformar vidas y corazones. La fe verdadera no solo resiste la persecución, sino que convierte el sufrimiento en una oportunidad para crecer en gracia y restauración.
La experiencia de Miftah es un recordatorio del llamado a amar y perdonar, incluso a quienes nos rechazan. Su historia anima a orar por la iglesia perseguida y a confiar en que Dios transforma el mal en bien para quienes le buscan de corazón.
Fuente: BT Noticias