Según datos oficiales, durante los primeros cuatro meses del año, el país importó alrededor de 1.200 toneladas mensuales de carne vacuna y más de 5.000 toneladas de carne porcina, principalmente desde Brasil. Esto representa un aumento significativo respecto de años anteriores y evidencia un cambio estructural en el comercio alimentario.
A la par de este fenómeno, las exportaciones de carne vacuna argentina muestran una fuerte caída: se redujeron un 30% interanual, lo que revela una pérdida de competitividad del sector ganadero nacional. Las causas de esta merma se vinculan a factores como la apreciación cambiaria y el atraso del tipo de cambio, que encarece los productos argentinos en el exterior, además de una mayor liberalización comercial que favorece la entrada de alimentos importados.
Desde el sector agroindustrial advierten que la apertura comercial, sumada a la baja de aranceles y al encarecimiento de los costos locales, está debilitando la producción nacional. Al mismo tiempo, reconocen que los productos importados llegan al mercado con precios más accesibles para los consumidores, en un contexto de fuerte retracción del poder adquisitivo.
Este panorama también tiene su impacto en la balanza comercial del país. En abril, el superávit comercial se redujo a apenas 204 millones de dólares, lo que representa una caída de más de 1.600 millones de dólares respecto del mismo mes del año pasado. Se trata del valor más bajo registrado desde el inicio del gobierno de Javier Milei.
Economistas y analistas de comercio internacional señalan que la situación es preocupante. Si bien reconocen que la importación de alimentos puede aliviar parcialmente los precios internos en el corto plazo, alertan que la pérdida de participación de productos argentinos en mercados clave y la sustitución de producción nacional por bienes importados pueden afectar seriamente el tejido productivo.
En este nuevo esquema, incluso productos emblemáticos de la mesa argentina como el asado comienzan a llegar desde el exterior, marcando un cambio profundo en la dinámica del consumo. Para muchos especialistas, se trata de un fenómeno que expone las tensiones entre la apertura comercial impulsada por el Ejecutivo y las dificultades de los sectores productivos para sostener su competitividad.
Fuente(Misionesonline)